async='async' data-ad-client='ca-pub-1235419492815371' src='https://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js'/> OaxacaJournal: ¿Quién reparará el daño a los cubanos?

Información política de Oaxaca

domingo, 28 de abril de 2024

¿Quién reparará el daño a los cubanos?

Aunque la dictadura cubana se caiga mañana, aunque todos los culpables cumplan cárcel o se enfrenten a la ira popular, aunque el PCC entero se hunda, aunque arrastren a Raúl Castro o a Díaz-Canel por todas las calles de La Habana, ¿quién repara todo el daño causado? ¿Quién le devuelve a las madres cubanas los hijos que han perdido en una mazmorra castrista, o los que han desaparecido en el estrecho de la Florida, o en la selva del Darién? Familias separadas, destruidas; amigos desvanecidos; cumpleaños sin un ser querido.


Solo al nacer en Cuba y saberse cubano podría uno empezar a entender cuán desgraciado se es. Nacer, o mal nacer, en una dictadura totalitaria, que ha logrado venderle al mundo la imagen de solidaridad, altruismo e internacionalismo, equivale a un estigma de por vida.

Ser cubano es sinónimo de escasez, restricción, miseria, hambre, necesidad, atraso, tercermundismo, cobardía, complicidad, incluso sabiendo que hubo hombres y mujeres que se plantaron ante el castrismo y lo desafiaron a expensas de sus vidas.

Ser cubano es ser mal visto en cualquier aeropuerto del mundo con un pasaporte inútil, sabiéndose desvalido y sin el apoyo de las autoridades diplomáticas cubanas ante cualquier eventualidad.

Ser cubano es compartir nacionalidad con millones de chivatones serviles que han empleado su triste existencia en joder a su vecino, en agredirlo, en insultarlo, en desearle el mal.

Ser cubano es creerse, a un grado febril, que somos ingeniosos y creativos, cuando la realidad posterior a 1959 no ha sido nunca de inteligencia ni habilidad, sino de supervivencia y resignación ante las prohibiciones impuestas por los mismos que aplaudieron nuestros padres y abuelos.

Ya a Cuba no le quedan lágrimas, ni esperanzas; sigue primando el fanatismo desde los dos polos, el que ansía verla libre y el que se empeña en continuar apoyando su ideología a cambio de un beneficio pedestre. ¿Qué es una Cuba libre? A corto, mediano y muy largo plazo, esa Cuba libre es un trozo de tierra infértil en medio del mar con los culpables linchados o apresados. ¿Y? ¿Dónde queda la educación cívica que se esfumó tras la llegada de la mugre revolucionaria del 59? ¿Cómo se le vuelve a quitar el miedo a una población diezmada? ¿Cómo dejar de sentir pavor ante la sola mención de la palabra «política»? ¿Cómo participar una vez más del escenario socio-político de la que fuese República sin tener que pasarse el día entero pensando en la comida o en el apagón que toca por la tarde? Tendrán que pasar décadas para empezar a renacer como pueblo y muchas más para volver a ser una nación.

Ya a Cuba no le quedan lágrimas. Las soltamos todas en 65 años alabando, vitoreando y aplaudiendo al verdugo que nos regaló el grillete.